Ciencia ciudadana en la cordillera: cuando el patio de tu casa o tu escuela se convierte en un laboratorio

La ciencia no sólo necesita laboratorios y equipamiento, sino además, recolectar datos. ¿Pero cómo hacerlo cuando lo que se desea estudiar está en un lugar alejado? A veces, como en la historia que comienza ahora, la ciudadanía puede ser un gran aliado para generar nuevo conocimiento. 

“Nos sentimos privilegiados porque no cualquier escuela puede aportar información a los científicos a partir del trabajo que hacemos”, expresa Orlando Cisternas, profesor de la Escuela Bosque de Quillay, de la comuna de Combarbalá, establecimiento educacional que forma parte del Proyecto Vecinos de la Nieves, iniciativa del Centro Científico CEAZA que agrupa desde el año 2018 a habitantes de localidades precordilleranas de las Provincias de Elqui y Limarí de la Región de Coquimbo que se encuentran sobre los 1.100 metros sobre el nivel del mar.

De esta manera, la comunidad científica local ayudada por personas voluntarias han logrado avanzar en un estudio conjunto sobre el comportamiento de la nieve en la cordillera. Valentina Aliste, geógrafa y profesional del Programa de Ciencia Ciudadana de CEAZA explica que “se busca integrar a las comunidades cordilleranas en la generación de nuevo conocimiento científico a escala local”.

Recolectar datos en el instante preciso

Y en concreto, ¿qué hacen estas personas? Valentina detalla que cooperan con la comunidad científica recolectando y aportando datos en lugares donde científicas y científicos no pueden estar al mismo tiempo. “Miden algunas características físicas de la nieve, como la altura, dureza, densidad, clasifican los cristales y toman muestras de nieve. Estas últimas las llevamos al laboratorio para analizar los isótopos estables de hidrógeno y oxígeno de la nieve”.

De igual manera,  durante el 2021 se agregó el registro de las precipitaciones líquidas con un pluviómetro manual; mismo año donde la iniciativa se expandió y se formó una Red de Escuelas Vecinas de las Nieves compuesta por seis establecimientos rurales de la cordillera del Limarí.

Forma de trabajo

Mediante la aplicación de una metodología simple y codiseñada por investigadores del Laboratorio de Glaciología y profesionales del Programa de Ciencia Ciudadana de CEAZA, las personas voluntarias se han capacitado para realizar mediciones después de un evento de nieve o lluvia en la cordillera. “Cada año, antes de la temporada invernal, realizamos un entrenamiento, utilizamos un kit de materiales, un manual con la metodología y la bitácora de datos para registrar la información de la nieve”, explica la geógrafa.

Un gran hito: publicación de datos

Dentro de la historia del Proyecto Vecinos de las Nieves un hito relevante, que refleja su evolución, fue la publicación de toda la información sobre precipitaciones ocurridas entre los años 2018 y 2021. A partir del mes de octubre del 2022, los datos se encuentran disponibles en el portal de datos Pangaea, que tiene el objetivo de archivar, publicar y distribuir datos georeferenciados (https://doi.org/10.1594/PANGAEA.947117)

De esta forma, los datos pueden ser consultados y utilizados para la investigación científica. Simone Schauwecker, investigadora del Laboratorio de Glaciología de CEAZA explica que “cuando se ingresan los datos en la plataforma Pangaea, el personal editorial chequea el formato de los datos, la calidad y da sugerencias para mejorar la forma de cómo se almacenan los datos. Entonces, los datos pasan por un proceso “peer-review, proceso clave en la ciencia que asegura la calidad y descripción de la información. Eso es importante para que futuros usuarios de los datos lo puedan entender. En nuestro caso, el revisor nos hizo comentarios sobre cómo ordenar los datos y las fechas, comentario que nos ayudó a estructurar y organizar mejor los datos”.

Paloma Núñez, encargada del Programa de Ciencia Ciudadana del CEAZA destaca que la publicación de los datos en el portal Pangaea “marca un hito muy importante para la ciencia participativa o ciudadana, ya que realmente muestra que hemos realizado ciencia de alto impacto para las comunidades y la comunidad científica. Además, es un hito que busca poner a disposición la información y haciéndola accesible para los participantes, quienes además se pueden reconocer e identificar como autores, como también, otras personas pueden consultar y acceder a la información colaborativa y aportar a mejorar la toma de decisiones en la zona cordillerana”.

Observar y explorar el invierno

En tanto, la Red de Escuelas Vecinas de las Nieves se ha desarrollado, desde 2021, en 6 escuelas cordilleranas: Las Breas y Maitenes de Serón, de Río Hurtado; Central Hidroeléctrica Los Molles y Frontera Las Ramadas, de Tulahuén; y Estrella de Belén y Bosque de Quillay de Combarbalá; donde 84 estudiantes participaron observando la cordillera durante el invierno, y mediante el uso de un kit de materiales, un pluviómetro y una bitácora, registraron los eventos de precipitación y conocieron el ciclo del agua en la cordillera de zonas áridas. 

Respecto al trabajo realizado, Valentina Aliste explica que durante el año 2022, en total,  hubo registro de 20 eventos de  precipitación en las 6 escuelas, entre abril y octubre de 2022, con mediciones de la cantidad de lluvia caída en el pluviómetro manual y registro de horas de inicio y término de las precipitaciones. “Las escuelas que registraron mayor cantidad de lluvia en el año son la escuela Frontera Las Ramadas, con 283,6 mm de lluvia, y la escuela Estrella de Belén, con 279,3 mm de lluvia medida en el patio de la escuela”, añadió. 

Por su parte, Magdalena Carmona, profesora encargada de la escuela Frontera Las Ramadas de Tulahuén, en Monte Patria, destaca que el apoyo de esta Red de Escuelas Vecinas de las Nieves sirvió para acercar la ciencia a niñas y niños, “con instrumentos que ellos tal vez nunca tenían la oportunidad de manipular, y sobre todo, hacer experimentos relacionados con la nieve del lugar de donde viven, y especialmente, para reforzar las estrategias de aprendizaje que tienen en ciencia”. 

Finalmente, la docente expresa su deseo de que se siga dando la interacción de la comunidad estudiantil con científicas y científicos. “Ojalá no se pierda el contacto con nuestros niños, sé que el sector es muy lejano y que significa un costo venir a este lugar, pero los niños disfrutan mucho con los científicos. Ellos están preparados cuando van a venir, buscando su bitácora, buscando los instrumentos que les entregan gratis, que a lo mejor para ellos no están a su alcance, como tener una brújula o un termómetro, que también fueron usados en otros trabajos de ciencia”, destaca.  

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